Candle Cove



NetNostalgia Forum – Televisión (local)

Skyshale033
Subject: Candle Cove, show infantil local?

¿Alguien recuerda este programa infantil? Se llamaba Candle Cove, y tenía 6 o 7 años cuando salía. No he podido encontrar ninguna referencia sobre este programa, pero creo que salía en los canales nacionales por ahí de 1971 o 1972. Vivía en Iroton en ese entonces. No me acuerdo del canal, pero me acuerdo que salía por ahí de las 16:00.

mike_painter65
Subject: Re: Candle Cove, show infantil local?

Me parece muy familiar… crecí en las afueras de Ashland y tenía 9 años en el 72. Candle cove… ¿era de piratas? Me acuerdo de una marioneta pirata en la entrada de una cueva, hablando con una niñita.

Skyshale033
Subject: Re: Candle Cove, show infantil local?

 
¡Sí, de pelos, no estoy loca! Me acuerdo del pirata Percy. Me daba como que miedo. Lucia como que estaba construido de partes de otros muñecos, como de muy bajo presupuesto. Su cabeza era una muñeca bebe de porcelana, que se veía muy antigua y no combinaba con el cuerpo. ¡No me acuerdo del canal! no creo que fuera en WTSF.

Jaren_2005
Subject: Re: Candle Cove, show infantil local??

Siento revivir este viejo tema, pero se exactamente de qué programa hablas, Skyshale. Creo que Candel Cove salió solo por un par de meses en el 71, no en el 72. Tenía 12, y lo vi algunas veces con mi hermano. Era en el canal 58. Mi mamá me dejaba ponerlo después de las noticias. Deja me ver lo que me acuerdo:

El lugar era en Candle Cove, y era de una niñita que se imaginaba a si misma siendo amiga de piratas. El barco pirata se llamaba Laughingstock, y el pirata Percy no era un muy buen pirata, porque se asustaba fácilmente. Y había música constantemente. No me acuerdo del nombre de la niña. Janice o jade o algo así. Creo que era Janice.

Skyshale033
Subject: Re: Candle Cove, show infantil local??

Gracias Jaren!!! Me llegaron memorias cuando mencionaste Laughinstock y el canal 58. Me acuerdo de la proa del barco, tenía una cara sonriente, con la quijada de abajo sumergida. Me acuerdo en especial de cómo era raro cuando cambiaban el modelo de plástico/madero, a la versión de marioneta para que la cara hablara.

Cinco minutos



-¡Sean todos bienvenidos a nuestro espectáculo! – Son las palabras del anunciador de la función al cual la gente no puede ver, el publico aplaude sin saber por que, pero cuando alguien se para en el escenario a saludar uno debe responder de alguna forma, así que todos aplauden… – Están a puno de presenciar el espectáculo más impresionante de todos los tiempos, sus ojos jamás han visto ni verán nada mas extraordinario de lo que presentaremos a continuación. – Vaya amenaza.

El telón esta cerrado y el publico no sabe que esperar a continuación, saben que algo extraño puede suceder, ya que fueron invitados a esta función de forma anónima, el teatro parece cerrado desde afuera, como si los organizadores no quisieran que el resto del mundo se enterara, ¿pero quien quiere hacer un espectáculo sin que el mundo se entere?, ¿o que tiene esta gente en especial para poder observar este espectáculo que prometieron tan fabuloso?

El telón se abre pero no se ve absolutamente nada dentro, de hecho nadie puede distinguir casi nada en ningún lado, con trabajos alcanzan a verse unos a otros, solo esa gran cortina roja se distinguía, pero ahora ya no esta. El publico esta nervioso, algunos piensan en la forma mas discreta de salir, pero es tal la oscuridad y el silencio del lugar que tratar de salir seria todo un escándalo, y además, ¿que tal si toda esta gente es realmente importante y yo solo recibí la invitación por error o por sorteo? se preguntan sin saber que nadie pago su estadía aquí, todos recibieron solo un boleto y de forma anónima.

El vacío y el silencio parecen eternos, hay quien esta realmente asustado, algunos tosen con la esperanza de que algo se escuche como respuesta, pero todos tienen miedo de hacer movimientos o sonidos drásticos. Un hombre en la segunda fila siente que no puede mas, es un hombre gordo y calvo, trae puesto un suéter de esos que tejen las abuelas para navidad, y usa unos gruesas lentes que le hacen ver unos diminutos ojos que no paran de moverse de manera nerviosa, comienza a sudar y su corazón late como nunca antes lo había sentido, parece que este quisiera salir de su cuerpo y echar a correr; la angustia y la incertidumbre están a punto de hacerlo enloquecer, cuando de pronto algo comienza a distinguirse en el escenario, es como si un ciego recuperara la vista, se ven apenas unos bosquejos de luz, que comienzan a tomar forma, para el asombro del publico, cuando logran distinguir lo que aparece es un reloj digital enorme que esta corriendo. El reloj marca: 00:00:57, el publico se da cuenta que solo llevan ahí 57 segundos, el reloj cambia 58, 59… y por fin al minuto.

La Chica Punk




Era un día como cualquiera, eran las 7 de la mañana en un día soleado, me preparaba para tomar el desayuno, el típico pan tostado con mantequilla y una buena taza de café, para luego dar mi caminata de la mañana como todos los días, tengo 23 años no tengo amigos y mis padres fallecieron hace tiempo. Tenía que despejar me, me gusta el aire libre. Al terminar mi desayuno recurrí a dar mi caminata de todos los días, recuerdo que estaba caminando, hasta que vi el viejo matadero abandonado y me propuse entrar para investigar, al entrar me topé con una hermosa chica punk de piel blanca, de cabello corto con unos hermosos ojos negros, la chica usaba una chaqueta negra, con unos jeans y una pollera a rayas que iba en 2 tonos negro y rojo, bueno la chica estaba sentada sonrió al mirarme alegremente y me pregunto "hola tú quién eres" y le conteste diciendo que me llamaba Bastián y ella sonriente me respondió "un gusto Bastián, yo me llamo Ángela Nicole, tengo 24 años mucho gusto". Yo le Sonreí y le dije el gusto es mío, le conté que vivía solo y que vivía a 6 cuadras de aquí. Ella me dijo que era de México y que había venido con unos amigos a pasar un tiempo en chile.

Nunca Más / Never Again



Tenía diecisiete cuando llegó. Diecisiete largos y dolorosos años de vivir con mi abusiva madre. Fue alrededor de la medianoche, y mi madre ya estaba dormida, así que cuando dieron los tres golpecitos en la entrada principal tuve que ser yo el que contestase. Una niñita de aspecto extraño esperaba del otro lado, con mejillas pálidas y sin color, cabello rubio arreglado en trencitas, un vestido de color rosa con los pliegues algo rotos, pies descalzos y ligeramente azules por el frío de invierno, y ojos negros. Profundos y penetrantes ojos negros. La hice pasar, pensando en lo muy mal vestida que estaba. No fue hasta después que me pregunté por qué no estaba temblado… ni siquiera me había preguntado por qué estaba aquí en primer lugar. La llevé a la sala de estar, envolviéndola en una manta gruesa que mi abuela tejió. La sostuvo, aunque no parecía afectarla, y sonreí.

—¿Cómo te llamas, cariño?

Dejó pasar un largo silencio, durante el cual estuvo mirándome fijamente. Empezaba a sentirme incómodo por su oscura mirada, cuando abrió los labios y habló en voz baja.

—Lacy Morgan.

Asentí con la cabeza, sonriendo de nuevo.

—Puedes quedarte aquí por hoy, Lacy —le dije, señalando el sofá. Se acurrucó, con sus ojos negros todavía en mí, y regresé a mi habitación. Esa noche dormí profundamente, sin preocuparme de los maltratos de mi madre o de la extraña niña en mi sofá.

Cuando llegó la mañana y caminaba hacia la cocina, fui recibido por una taza de café presionada contra mi hombro. Di un leve grito de dolor, mirando a mi madre.

—¿Qué diablos has hecho? ¡¿Por qué el sofá está así de sucio?! —gritó ella, confundiéndome sobremanera. Tras dar un vistazo a la sala de estar, me di cuenta de que Lacy se había ido, y la única prueba de que estuvo aquí era la mugre de probablemente sus pies o vestido. Me hice responsable, ganándome un fuerte golpe en la mejilla, y luego me fui a la escuela. Estando ahí escuché algo que me produjo escalofríos.

Detrás del armario.





 Historia Escrita por - Carlos J.



Las gotas cristalinas se escurrían lentamente por la ventana como lágrimas de anciana. La luna que debería estar en la cúspide del cielo, no se asomaba. Las nubes la ocultaban celosamente como hace un niño con una barra de chocolate en el salón de clases. 

Ya hacía una hora que la lluvia había terminado. El único sonido que perduraba en la habitación era el del viento frotándose con las viejas ramas despojadas de su antifaz de belleza que llegaba con la primavera. Por lo demás era puro silencio, sórdido y monótono como siempre lo es.

Por la ventana se podía observar, aunque ligeramente fragmentado por las gotas de lluvia, la montaña cubierta por aquellas nubes negras preñadas con la purificación.

Bill se encontraba solo en su habitación. Tapado con sus mantas escucha con atención el leve ronquido de sus padres, el crujir de la madera y al viento silbante.

            Observaba con indiscutible atención el armario, tan voluminoso que se alzaba sobre la habitación como un rey lo hace ante sus esclavos. Blanco y un poco desgatado parecía la entrada a un mundo totalmente desconocido, misterioso y sombrío. La puerta se encontraba entreabierta, y de la pequeña abertura se observaba nada más que oscuridad absoluta. Desde la mente de Bill de nueve años, parecía que de aquella abertura saldría algo espantoso. Era una tontería desde luego, después de todo como era posible que algo saliera de ahí. Pero para Bill la idea dejaba de ser una idea. Sea lo que fuere que habitara el armario lo observaba pacientemente, esperando el momento oportuno para salir y llevarse a Bill a su mundo inexplorado. Un mundo donde ni siquiera la más baja cordura, o mejor dicho, ni el más psicópata humano podría imaginar, ni mucho menos explicar.

            Primero aquella puerta entreabierta, empezaría abrirse  más y más hasta, que rechinante; cesaría. Luego de aquella oscuridad intangible ese algo empezaría a emerger, mostrando primero sus enormes y amarillentas garras. Deslizándose lentamente hacia fuera, como lo haría un ladrón al girar la chapa de una casa a la cual se dispone invadir, con delicadeza aquellas garras largas y amarillentas tomarían con violencia el borde la puerta y, con el mismo sonido rechinante la empezaría a volver abrir más y más…